Mela y plinio, dos autores del siglo primero de nuestra era, se hacían eco de las grandiosas riquezas hispanas. Así Mela, por ejemplo, escribía en su orografía, que Hispania “es abundante en hombres, caballos, hierro, plomo, cobre, plata y oro; y es tan fértil que, incluso en algunos lugares donde la falta de agua la hace estéril y pobre, produce, no obstante el lino o esparto”. Plinio, por su parte, diría en su historia natural que “la Betica, así llamada por el río que la cruza por la mitad, aventaja a todas las demás provincias por la riqueza de su esparto, y por cierto esplendor peculiar en su fertilidad” apuntando que “casi toda Hispania abunda en yacimientos de plomo, hierro, cobre, plata y oro”. Este autor tras comparar las distintas tierras del mundo, diría que: inmediatamente después de Italia, y exceptuando las fabulosas regiones de la India, debo colocar a Hispania… es en verdad, pobre en parte, pero allí donde es fértil da en abundancia, cereales, aceite, vino, caballos y metales de todo genero, en lo cual la Galia le va a la par, pero Hispania la vence por el esparto de sus regiones desérticas, por la piedra especular, por la belleza de sus colorantes, por su animo para el trabajo, por sus fornidos esclavos, por la resistencia de sus hombres y por su vehemente corazón. En la historia de Trogo Pompeyo, anterior a Plinio, que ha llegado a nosotros a través de Justino, encontramos otra deliciosa descripción. “Ya que Hispania cierra los limites de Europa, ha de ser por ello el final de esta obra. Llamaronla los antiguos primeramente Hiberia, del río Hiberus y luego Hispania de Hispalus. Hallase situada entre África y Galia y esta limitada por el estrecho del oceanus y por los montes Pirenaei. Es menor que estas dos tierras, pero en cambio es mas fértil que ambas pues ni la abrasan el sol violento como a África, ni la azotan vientos violentos como a la Galia; por el contrario. Situada entre las dos goza por una parte de una temperatura módica, y por otra de lluvias abundantes y oportunas; por ello es rica en toda clase de frutoos, abundando en pesca que entra del oceanus, son también ricos en oro que arrastran las “paludes”. La salubridad del suelo es la misma en toda Hispania, porque las corrientes de aire no están infectadas de nieblas nocivas surgidas de los pantanos, añadase a eso las auras marinas y los vientos constantes que soplan en todas direcciones, los cuales al penetrar en el interior de una provincia renuevan el aire de sus tierras, llevando la salud a sus habitantes. Esta es nuestra Hiberia, esta es la tierra de provisión de fenicios, griegos y romanos, el paraíso cuyas riquezas materiales y espirituales causaron admiración en los pueblos antiguos. Hispania sagrada, mística tierra del mas allá, país de los muertos, ignota esperanza de un afán, que paradójicamente nace en el crepúsculo.
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