Volver al servicio militar en España es inviable . La mili no consiguió una identidad nacional
Volver a un servicio militar obligatorio en España, en estos momentos, considero que es inviable, porque lo primero que tendríamos que definir es qué modelo de servicio militar queremos y qué duración debería tener para ser efectivo. Mientras los que tienen el poder no tengan voluntad de poner el tema sobre la mesa, cualquier reflexión sobre el mismo es inútil.
Cuando parecía que el tema del servicio militar estaba zanjado, vuelve a la actualidad de la mano de países como Dinamarca, Suecia y algunos otros de la Europa nórdica. Habían optado desde hace tiempo por el ejército profesional y se replantean volver al servicio militar obligatorio. La medida ha venido forzada por dos cuestiones vitales: la primera, por el descenso de población, y la segunda, por las alteraciones habidas en los últimos tiempos en lo que se conoce como “escenarios de seguridad” que amenazan a estos países.
En efecto, es una realidad que la falta de aspirantes a formar los cuadros profesionales en las fuerzas armadas ha descendido peligrosamente,dejando sin cubrir zonas estratégicas ante una posible amenaza por parte de Rusia por el flanco norte. Si bien el problema es latente, los expertos avisan que, de seguir así, para 2020 la situación puede ser inquietante.
Pero el servicio militar no sería nada si no se presenta como un aliciente o una necesidad y, para ello, es necesario explicarlo con claridad, profundizando en su necesidad y sus problemas. Y que esto se logre llevar a cabo con la normalidad de las cosas aceptada, del mismo modo que el conjunto de la ciudadanía asume la problemática de la seguridad ciudadana.
El rechazo al servicio militar obligatorio viene de la mano dela falta de interés de la sociedad hacia los problemas relacionados con la defensa nacional
En España, la preocupación por esta falta de interés de la sociedad hacia los problemas relacionados con la defensa nacional se inició en la década de los 70. Ya en las primeras directivas del Gobierno del presidente Suárez se consideraban prioritarias las acciones dirigidas a entender la defensa como “responsabilidad de todos” y las orientadas a fomentar en el ámbito de la enseñanza el conocimiento sobre estos temas y, por consiguiente, el aprecio de la juventud hacia las Fuerzas Armadas.
El espíritu que mueve a un pueblo a defenderse depende ante todo del aprecio que tiene a lo que es y a lo que posee. Por ello, el primer interrogante que debe hacerse es: ¿cómo está la sociedad española respecto a lo que se llama “identidad nacional”? ¿Qué nivel tiene en relación con los países del entorno? Si nos tenemos que fiar de las encuestas realizadas por diversos organismos, poco difieren en dos conceptos que nos atañen: en el de “identidad nacional” y el de “patriotismo”, que los sitúan en un nivel estable, a pesar de los profundos cambios socio-políticos de estos últimos 25 años.
El sentimiento de identificación con la población, la región o la nación es también equiparable a lo que sucede en otros países, con la excepción del País Vasco y Cataluña. En todo caso, no conviene sacar de estos datos excesivas conclusiones, porque las encuestas son solamente indicativas y deben confrontarse con otros análisis para estar en condiciones de deducir en qué grado significan una falta de patriotismo o se trata más de cierta confusión en la interpretación de preguntas.
El servicio militar ha sido elemento positivo, pero también negativo, en el conjunto de las Fuerzas Armadas con el resto de la sociedad. Ha sido positivo por los beneficios que ha aportado, no solo en orden a la seguridad (cuestión sobre la que sería interesante profundizar en otro momento) sino también en otros campos en los que ha intervenido de forma subsidiaria. Nadie pone en duda que el servicio militar ha cooperado durante años al desarrollo de la juventud masculina, tanto en su aspecto cultural como en otros menos divulgados, como son las condiciones físicas, la higiene, las vacunaciones o hábitos de orden y trato social con personas de diferentes regiones y estamentos.
Una vuelta inviable
A través del servicio militar, el conjunto de la sociedad se ha sentido vinculada con los ejércitos. Las familias se han visto afectadas, positiva o negativamente, por el hecho de que los hijos tenían que incorporarse al cuartel. En general, se puede afirmar que la experiencia fue positiva, pero también hay que constatar que no se logró que la sociedad se interesase por el tema de la defensa ni se pueden cerrar los ojos a los efectos negativos que ha tenido en la opinión pública. Y esto ha sido así porque ha habido poca voluntad de aclarar la confusión que siempre ha estado latente en torno al tema de la defensa nacional. Cuando se aborda el problema de la seguridad y la paz, con frecuencia se interpreta desde la óptica de lo militar, como si la defensa fuera solo responsabilidad de las Fuerzas Armadas. Para mayor confusión, se identifica el tema de las Fuerzas Armadas con el servicio militar. La mayoría de las noticias y consiguientes críticas hacia los ejércitos se han centrado en el servicio militar durante muchos años y esto es ha sido un lastre que se ha intentado superar desde la vertiente política con el modelo vigente de tropa profesional, hoy imperante.
Ya en las primeras directivas del Gobierno del presidente Suárez se consideraban prioritarias las acciones dirigidas a entender la defensa como “responsabilidad de todos”
El trasvase de un modelo al otro se hizo deprisa y mal, por razones puramente políticas, y a estas fechas no se han conseguido los objetivos que se plantearon en sus comienzos, tanto en número como en disponibilidad.
Volver a un servicio militar obligatorio en España, en estos momentos, considero que es inviable, porque lo primero que tendríamos que definir es qué modelo de servicio militar queremos y qué duración debería tener para ser efectivo. Mientras los que tienen el poder no tengan voluntad de poner el tema sobre la mesa, cualquier reflexión sobre el mismo es inútil.
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