Me gustaría aportar mi reconocimiento a todos aquellos soldados de reemplazo que realizando el servicio militar se dedicaban en sus horas libres a emprender con sus manos e imaginación figuritas, dibujos, y toda clase de manualidades. Luego las vendían a otros compañeros, las ofrecían como para regalo de novias y familiares, a cambio de unas pesetillas.
Es digno de tener un reconocimiento en la memoria de estos compañeros de batalla.
Como bien sabéis en general, cuando nos dieron el petate y los cubiertos de campaña nuestro primer día, todos nos sentíamos en otro mundo, desconcertados y asombrados, además de contar con un aspecto muy diferente (vaqueros, tergal, camisa, camiseta, chupa, melenas, incluso pelones, había de todo y para todos los gustos) ¡pues bien! Vamos a rebobinar en el tiempo y recordar que llevábamos en dicho petate, y digo llevábamos porque en mi caso sí que llevaba; el mío: un neceser de higiene, algo de comida, ropa interior, una toalla, aguja e hilo, incluso unas chanclas de baño, cordones de botas, candado, un cuaderno de cartas y bolígrafo, y algunas cosas más, pero no pretendo extenderme, porque en su mayoría todos más o menos ya lo tenéis en la memoria.
Y esta introducción, viene a cuento de eso mismo, de que algunos, llevamos con nosotros algo, unos más y también otros menos, pero el caso es que “llevábamos”
Algunos, una minoría no llevaban nada (absolutamente nada solo lo puesto) En esta minoría, había tres tipos de reclutas:
Los primeros los que pasarían una mili muy jodida, y dependiente del compañerismo del cuartel y de mucha austeridad.
Los segundos los que eran buscavidas del descuido ajeno y del coger prestado a la que se podía o ponía delante.
Y los terceros, estos que con su valía y dedicación a ratos libres se buscaban la vida con sus manos e imaginación. Haciendo manualidades y vendiéndolas para sacar, sufragar sus gastos de tabaquillo, y demás menesteres.
A estos últimos es a los que me gustaría dar un reconocimiento especial, por ser ya por aquel entonces con sus poco más de 19 años en general, lo que se podría llamar o entender de alguna manera como emprendedores noveles del servicio militar obligatorio.
¿Quién de vosotros no ha conocido en la mili a uno o varios de ellos? Es difícil no haberse topado con alguno de ellos.
Si alguno de vosotros se siente identificado en este caso, sería muy interesante conocer algo más de aquella etapa pasada de buscarse las habichuelas. Y como lo vivierón.
Comentarios
Me vino también a la memoria, los compañeros que te hacían la imaginaria a cambio de un par de paquetes de tabaco o de unas libras. Según fuese. No es mi caso, yo nunca recurrí a ello, si acaso la cambiaba con otro compañero de turno de hora.
Pero sé que otros sí, que por motivos varios, ya sea por pernocta, o por pase de relación, pagaron de alguna forma el no hacerla.