Aquí os pongo una anécdota más:
¡¡¡De aquí no se mueve ni Dios!!!
Durante la guerra de Bosnia, esa guerra en la que todos, serbios, croatas, musulmanes, todos Bosnios, se odiaban a muerte y se degollaban unos otros sin miramientos de si eran civiles o militares, en esa guerra ocurrió un hecho digno de ser recordado, un hecho, en el cual unos pocos españoles estuvieron a punto de morir por defender al débil y al desamparado, un hecho que protagonizaron la fiel y vieja infantería, la Legión.
Corría el mes de abril de 1993 y estaban recién llegadas las tropas españolas a la zona del conflicto formando parte de las fuerzas de la Unprofor.
Durante una de las patrullas que se llevaban a cabo, una columna de cascos azules españoles compuesta por 4 BMR y 1 VCZ, que es lo mismo pero con una pala y que usan los zapadores, avanza hacia la ciudad de Konjic, situada a unos 40 km de Sarajevo, cuando ya empiezan a verse las primeras casas derruidas, y a oírse las detonaciones de las granadas y de los fusiles de asalto con mayor nitidez, también empiezan a oírse gritos desgarradores y llanto de niños.
De repente de entre el polvo y el humo que cubre los edificios semiderruidos aparecen las figuras de ciento y pico civiles aterrorizados, en su mayoría son mujeres y niños croatas habitantes de la ciudad que huyen despavoridos, justo detrás de ellos aparecen una docena de soldados de las milicias croatas que protegen la retirada de los civiles, enseguida empiezan a caer bombazos y disparos alrededor de los civiles y los milicianos.
Los civiles se refugian rápidamente a los costados de los blindados españoles, y se arrojan bajo ellos implorando la protección de los cascos azules españoles.
Tras disparar sus últimos cartuchos defendiendo a su gente, los milicianos croatas supervivientes llegan hasta los blindados, donde arrojan sus armas al suelo y se entregan con las manos en alto a los soldados españoles.
Asoman entonces de entre el polvo y el humo, rematando fríamente a los milicianos heridos que yacen por el suelo y que no han podido llegar hasta los blindados españoles, los combatientes de Ala. Son los llamados “Cisnes Negros” que han jurado morir defendiendo el Islam, son los encargados de la limpieza étnica que perpetraban los seguidores de Ala, muyahidines de barbas cerradas como la del profeta y pañuelo verde en la cabeza que degollaban a todos los infieles que caían en sus manos y crucificaban a los curas ya fueran católicos u ortodoxos y de paso incendiaban las iglesias. Tienen fama en toda Bosnia de ser crueles y sumamente sanguinarios.
Son unos trescientos muyahidines, armados con fusiles de asalto AK, ametralladoras y los temibles y eficaces RPG-7, capaces de abrir un BMR como una lata de sardinas con un disparo de sus granadas.
De inmediato exigen a los españoles de muy malas maneras que entreguen a los civiles y a los milicianos croatas, y que se larguen y miren hacia otro lado, o de lo contrario los mataran a todos, ya que ellos también son infieles.
El oficial al mando de la columna es un joven Teniente de la Legión, de inmediato ordena a sus hombres desplegarse y a los tiradores de las “maquinas “, las temibles Browning de 12´7 milímetros de calibre, que apunten a los tíos de los lanzagranadas, y que al más mínimo gesto hostil abran fuego.
Son muchos los que apuntan a los cascos azules españoles y a los civiles, la tensión crece y las mujeres y los niños lloran aterrorizados, los muyahidines gritan, enseñan los dientes, se pasan el dedo por el cuello como si cortarán, señalando a los civiles y los españoles.
Los cascos azules españoles, todo el convoy, solo tiene un pensamiento, “No os los llevareis, antes tendréis que matarnos a todos!”.
El Teniente Monterde, que así se llama nuestro Teniente de la Legión, informa al Cuartel General, donde al conocer la delicada situación de la columna se le ordena que regrese y abandone a los civiles y que sin mirar atrás se repliegue.
(Aquí surgen dudas pues según otras fuentes de donde he sacado la información, se le ordena que mantenga la posición hasta la llegada de refuerzos).
El caso es que tras terminar la comunicación con el Cuartel General el Teniente Monterde grita desde su posición:
-¡¡De aquí no se va ni Dios!!
Es la respuesta del Teniente Monterde, una respuesta digna de ser enmarcada en cualquier academia militar del mundo.
Y plantado frente a los “Cisnes Negros” , de cara a ellos y mirándoles a los ojos les dice en español, aunque no lo entiendan:
-A estos, no los vais a degollar.
Los muyahidines tal vez impresionados o convencidos de que aquellos españoles están dispuestos a morir y a matar por aquella gente se acobardan y envían emisarios a parlamentar, veían algo noble y valiente en la actitud de aquellos soldados españoles, ¡Moriremos matando! Parecían decir con su actitud, y seguro lo habrían hecho.
Tras los hechos el Teniente Monterde dijo:
-No somos héroes, solo cumplimos nuestro deber, nuestra obligación.
Pero para esas casi doscientas personas que salvaron, si son héroes.
Me imagino al Teniente Monterde plantado frente a los muyahidines y lo veo echándole un par de cojones y no sé si es por el polvo o por el humo que distorsionan la luz del sol, pero su sombra se parece mucho a uno de aquellos soldados que con una pica o un arcabuz defendían el honor de España, unos de esos viejos soldados de los Tercios de la vieja y fiel infantería española.
Pascual Sánchez Soler 3º82
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