Ubicación

Sevilla ( Sevilla)

Yo hice la mili en:

Madrid

En el cuartel:

Polvorín de Retamares

Destinado en la compañía o unidad:

Solo había una compañía dividida en 2 baterias

Mi reemplazo fue el:

79/8. Hice el campamento en el CIR 1 ( Colmenar Viejo) entre noviembre 79 y enero 80. Y en Retamares entre febrero 80 y enero 81

Mi mote era:

No lo tenía que yo sepa

Serví en el cuerpo de:

Tierra

Mi mili fue así:

El destacamento de Retamares, hermano de los de Talavera de la Reina y Alcalá de Henares, era un polvorín destinado a la custodia de munición varia, viejos fusiles Máuser, chatarra militar de todo tipo, taller del desmontaje de balas caducadas, almacén de los bombas antiguas encontradas en la 1ª R. M y de las espoletas también obsoletas.

Estaba situado en la margen derecha de la ctra. de Boardilla del Monte y lindaba, por el sur, con un destacamento de la división Brúnete.

Por su cometido disponía de amplias zonas cuya vigilancia hacía necesario la existencia de dos cuerpos de guardia; uno a la entrada que cubría la zona habitacional y otro  cercano a los polvorines propiamente dicho. Esto implicaba las existencias de multitud de puestos de guardia que se convertía en la principal actividad de los soldados. Yo personalmente hice 120 servicios en un año. Descontado esto, la actividad que demandaba más “mano de obra” era el desmontaje de balas que producían una cantidad ingente de balines de cobre que, aunque teóricamente se guardaban con especial cuidado, nosotros sospechábamos que algunas cajas “tenían patas”.

Siendo un cuartel pequeño solo éramos unos 120 soldados que dormíamos en 2 baterías de literas dobles. Lógicamente disponía de un comedor  y una cocina, llevada por reclutas-cocineros valencianos que me enseñaron lo que era el “hervido valenciano” al que llegué a aborrecer.  Cada mes uno de los oficiales se hacía cargo de las compras y de decidir el menú. Ni que decir tiene que dependiendo de quién lo llevase se comía mejor o peor y no por falta de medios. Cuando ya éramos bisabuelos nos atrevíamos a decirle a un brigada. “Mi brigada, ¿ha metido Vd. el coche en la cocina esta noche?, a lo que respondía que cómo iba a ser eso y nosotros le respondíamos: ¿pero no ha salido de ahí?

La cantina era el refugio de los menos pudientes que no podían o querían salir a Madrid de paseo.  Destacaban los gallegos, siempre formando piña, que bebían sin descanso calimocho y que acababan peleándose entre sí para reconciliarse al día siguiente. Los canarios siempre tenían frío. El resto nos señalábamos menos.  Al fondo había una sala para oficiales donde se jugaba a las cartas y fuerte según oí.

En invierno mucho frío. Los dormitorios se canlentaban con un caldera de gasoil que expandía su olor por todos lados.En verano piscina por las tardes  y charlas nocturnas con los amigos en los descampados anexos que eran muchos y grandes.

La vida transcurría plácidamente sin mucho que hacer salvo lo señalado anteriormente. Había veces que se enviaban a 20 soldados a recoger botellas y basura inexistentes porque no se sabía qué hacer con ellos.

La basura se recogía con un carro tirado por un mulo muy viejo que una vez enganchado comenzaba a andar sin preguntar a nadie y se sabía todas las paradas que tenía que hacer.

En dos ocasiones nos pusimos en alerta porque no avisaron que ETA  iba a entrar a robar munición. No pasó nada pero lo pasamos mal.

En otra ocasión tuvimos que preparar un helipuerto improvisado porque venía el Capitán General a inaugurar unas alarmas nuevas para los polvorines. Meses después sería asesinado por ETA.  Ceo que se llama Lacalle o similar. Por cierto las alarmas no funcionaron.

Aunque no estábamos especialmente asalvajados  lo cierto es que al estar tan aislados disfrutábamos de algunas ventajas con respecto a otros cuarteles. La primera era que nos permitían salir de paisano del cuartel.  La segunda era que los cambios de guardia se hacían, oficiosamente, en  “automático”, o sea, el que remplazaba se iba solito hasta la garita y avisaba al reemplazado. (Hacerlo correctamente podía significar 1 hora andando). A veces venían de vuelta porque este último les decía que se quedaba allí durmiendo, sobre todo si eran veteranos y le había tocado una de las torres.

A los cuerpos de guardia se les daba, cada noche,  una botella de un ponche horroroso. Fijaros el frío que haría. Las estufas eran de serrín debidamente compactado y ponerlas en marcha se convirtió en una mezcla de arte y experiencia. Recuerdo una vez a un recluta, muy fino y recién llegado, que cuando se fue a dormir la primera noche  se desnudó y se puso el pijama. Aún nos estamos riendo. Las mantas se mantenían de pie de la mierda que tenían.

Recuerdo también cuando pusieron en la entrada, después de la barrera típica,   una placa abatible con pinchos. La idea era evitar que algún coche entrase a la fuerza. Como la costumbre era abrir la barrera cuando divisábamos que el coche de alguno de nuestros oficiales había tomado el desvío de la carretera en nuestra dirección, un día llegó el capitán, se abrió la barrera pero no se bajó la plancha. Consecuentemente 4 ruedas reventadas.

Los que teníamos estudios o experiencia profesional  éramos rápidamente “fichados” para cometidos concretos. Los electricistas, mecánicos, albañiles, oficinistas, etc., a sus quehaceres correspondientes. Los universitarios para cabos  (yo llegué a cabo 1ª). Me llamó la atención la cantidad de analfabetos funcionales que había en aquella época. Junto con dos maestros montamos un aula básica.

Conforme pasaba el tiempo la vida se hacía más cómoda pero la ansiedad por licenciarnos iba en aumento. Por fin lo conseguimos la tarde del 5 de enero del 81 después de dos semanas en las que radio macuto trabajó a destajo.

No sé si estos recuerdos son reflejo de lo que vivimos o una idealización. En todo caso, salvo los primeros meses, no  puedo decir que lo pasase mal. Más al contrario era la primera vez que podía convivir con personas tan distintas a las que había tratado antes y esto me enseñó mucho.

Algunos de mis compañeros o mandos se llamaban así:

Comenzando por los mandos recuerdo a los siguientes:

Un capitán joven  ( máximo grado en el cuartel) que llégo ya entrado 1980. Era serio y estricto. Poco dado a codearse con los otros oficiales o la tropa. Se veía que venía de la academia. Como cabo 1ª tuve que ir muchas veces a presentarle informes. Imponía. Aunque intentó tomar las riendas del cuartel pronto desistió y dejó hacer a los oficiales veteranos. Recuerdo que nos censuraba el periodico El Pais antes que llegase a la biblioteca.

Teniente Cermeño. De uno 50 años. Corpulento. Habilidoso en el trato y alma mater del cuartel. Él era realmente el que dirigía el cotarro.. Tenía algunos ingresos extras con las compras de todo tipo de material.

Teniente Pato. Mayor, muy bonachón pero aficionado a la botella. Se veía que estaba esperando la jubilación como agua de mayo. No tenía funciones concretas que yo recuerde pero le respetaban

Un  subteniente del que no recuerdo el nombre. Hombre integro y  profesional  aplicado a su trabajo. Lo menos parecido a los otros militares. Llevaba la parte administrativa del cuartel. Podría haber sido el jefe de administración de cualquier empresa. Cuando le tocaba el mes de cocina comíamos como con ningún otro. Se rodeaba de soldados preparados para que le ayudasen. Creo recordar a un chico de Barcelona muy diligente que era oficinista en su vida civil.

Un brigada de Huelva. Cuarentón largo.  Hombre viscoso al que nunca acababas de coger.

Un sargento primero gallego. Joven. Vivía en el cuartel con su mujer. Hombre muy normal que seguramente eligió la carrera militar como medio de vida. Cercano a nosotros pero sin excesivas confianzas

Creo recordar que había también un alferes muy jovén pero que estuvo poco tiempo con nosotros.

Adicionalmente había varios oficiales artificieros ( vestían de azul) que trabajaban en el cuartel pero no estaban integrados en el mismo.

Con respecto a los compañeros recuerdo muy pocos nombres pero sus caras las tengo muy presentes. Perdí pronto el contacto con ellos. Ley de vida

De los sevillanos recuerdo a Pedro Romero. Trabajaba en una imprenta industrial y luego montó su propio negocio. Coincidí con el varias veces por motivos laborales.

Había otro de Utrera y uno de la capital que era taquillero de la plaza de toros. Alguna vez me cruce, después, con ellos pero poco.

A los que más recuerdo son : Alfonso. Maestro.Soriano. Extrovertido, Chistoso. Un encanto de persona. Pasamos muy buenos ratos juntos en la biblioteca que era donde nos reuniamos un pequeño grupo. A otro cabo 1ª nacido en Granada ¿ Pedro? pero que vivían en Andorra. Trabajaba en una tienda de electrónica. Ahí conocí a los equipos de música JVC que eran lo más en la época. Generoso. Tranquilo y excelente amigo.Siempre le estaré agradecido por como me cuidó una noche tras una de las dos borracheras que cogí allí. Era el día de Santa Barbara y nos regalaron un montón de  botellas de un champán que estaban promocioando: LAIXARTE. ¡Lo que yo pude echar por la boca esa noche!. 

Cero recordar a otro que se llamaba Peral. Navarro. Una noche de primavera nos sentamos varios al fresco y sacó una botella de pacharán, Nos la bebimos a palo seco y fue mi segunda borrachera en el cuartel. No he vuelto a probarlo en mi vida.

De otros muchos recuerdo momentos puntuales pero no mucho mas. En general conocí a personas muy interesantes que me hicieron agradable el tiempo que pasé allí. Lo peor era cuando alguno se licenciaba y desaparecía. Lo pasabamos muy mal cuando los despediamos en la puerta de cuartel.

Como anecdota final y para los amantes de la prensa rosa decir que en el último reemplazo que llegó antes de licenciarme, y siendo yo ya cabo 1ª con cierta experiencia, se incorporó un hermano de Ana Obregón, creo que Javier. El pobre estaba como pez fuera del agua. Le cayeron dos o tres arrestos menores por meteduras de pata inocentes.  Recuerdo que lo adpotamos entre varios para "protegerlo". Un día que estaba arrestado en el calabozo, situado en el cuerpo de guardia de la entrada, vino a verlo su hermana. Imaginaros la que se armo. Lo sacamos custodiado por un soldado armado a su lado y pudieron hablarse, ella por fuera de la barrera y él por dentro.

Siento tener tan poca memoria porque algunos compañeros merecían

Pasados los años mi vida actual es así:

He trabajado en el sector químico y ahora estoy jubilado.