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Un estudio publicado en la revista Neuropsychologia ha demostrado que el fundamentalismo religioso es, en parte, el resultado de un deterioro funcional en una región del cerebro conocida como la corteza prefrontal. Los hallazgos sugieren que el daño a áreas particulares de la corteza prefrontal promueve indirectamente el fundamentalismo religioso al disminuir la flexibilidad cognitiva y la apertura, un término de psicología que describe un rasgo de personalidad que involucra dimensiones como la curiosidad, la creatividad y la mente abierta.

Se puede pensar que las creencias religiosas son representaciones mentales transmitidas socialmente que consisten en eventos sobrenaturales y entidades que se supone que son reales. Las creencias religiosas difieren de las creencias empíricas, que se basan en cómo el mundo parece ser y se actualizan a medida que se acumulan nuevas pruebas o cuando surgen nuevas teorías con un mejor poder predictivo. Por otro lado, las creencias religiosas no suelen actualizarse en respuesta a nuevas pruebas o explicaciones científicas, y por lo tanto están fuertemente asociadas con el conservadurismo. Son fijos y rígidos, lo que ayuda a promover la previsibilidad y la coherencia de las reglas de la sociedad entre las personas del grupo.

El fundamentalismo religioso se refiere a una ideología que enfatiza los textos y rituales religiosos tradicionales y desalienta el pensamiento progresista sobre religión y cuestiones sociales. Los grupos fundamentalistas generalmente se oponen a cualquier cosa que cuestione o desafíe sus creencias o forma de vida. Por esta razón, a menudo son agresivos con cualquiera que no comparte su conjunto específico de creencias sobrenaturales y hacia la ciencia, ya que estas cosas se consideran amenazas existenciales a toda su cosmovisión.

Dado que las creencias religiosas juegan un papel masivo en la conducción e influencia del comportamiento humano en todo el mundo, es importante comprender el fenómeno del fundamentalismo religioso desde una perspectiva psicológica y neurológica.

Para investigar los sistemas cognitivos y neuronales involucrados en el fundamentalismo religioso, un equipo de investigadores, dirigido por Jordan Grafman de la Universidad de Northwestern, realizó un estudio que utilizó datos de los Veteranos de Guerra de Vietnam que se habían reunido previamente. Los veterinarios fueron elegidos específicamente porque una gran cantidad de ellos tenía daños en áreas del cerebro sospechosas de desempeñar un papel crítico en funciones relacionadas con el fundamentalismo religioso. Las tomografías computarizadas se analizaron comparando 119 veteranos con traumatismo cerebral en 30 veteranos sanos sin daño, y se administró una encuesta que evaluó el fundamentalismo religioso. Si bien la mayoría de los participantes eran cristianos de algún tipo, el 32,5% no especificaron una religión en particular.

Con base en investigaciones previas, los experimentadores predijeron que la corteza prefrontal desempeñaría un papel en el fundamentalismo religioso, ya que se sabe que esta región está asociada con algo llamado "flexibilidad cognitiva". Este término se refiere a la capacidad del cerebro para pasar fácilmente de pensar sobre un concepto a otro, y pensar en múltiples cosas al mismo tiempo. La flexibilidad cognitiva permite a los organismos actualizar las creencias a la luz de nuevas pruebas, y este rasgo probablemente surgió debido a la obvia ventaja de supervivencia que brinda esa habilidad. Es una característica mental crucial para adaptarse a nuevos entornos porque permite a las personas hacer predicciones más precisas sobre el mundo en condiciones nuevas y cambiantes.

La investigación de imágenes cerebrales ha demostrado que una región neural importante asociada con la flexibilidad cognitiva es la corteza prefrontal, específicamente dos áreas conocidas como la corteza prefrontal dorsolateral (dlPFC) y la corteza prefrontal ventromedial (vmPFC). Además, el vmPFC era de interés para los investigadores porque los estudios anteriores han revelado su conexión con las creencias de tipo fundamentalista. Por ejemplo, un estudio mostró que las personas con lesiones vmPFC calificaron las declaraciones políticas radicales como más moderadas que las personas con cerebros normales, mientras que otro mostró una conexión directa entre el daño de vmPFC y el fundamentalismo religioso. Por estas razones, en el presente estudio, los investigadores observaron pacientes con lesiones tanto en el vmPFC como en el dlPFC, y buscaron correlaciones entre el daño en estas áreas y las respuestas a los cuestionarios de fundamentalismo religioso.

Según el Dr. Grafman y su equipo , dado que el fundamentalismo religioso implica una adhesión estricta a un conjunto rígido de creencias, la flexibilidad cognitiva y la mentalidad abierta presentan un desafío para los fundamentalistas. Como tal, predijeron que los participantes con lesiones en el vmPFC o el dlPFC obtendrían una puntuación baja en las medidas de flexibilidad cognitiva y apertura de rasgo y alta en las medidas del fundamentalismo religioso.

Los resultados mostraron que, como se esperaba, el daño al vmPFC y al dlPFC estaba asociado con el fundamentalismo religioso. Pruebas adicionales revelaron que este aumento en el fundamentalismo religioso fue causado por una reducción en la flexibilidad cognitiva y la apertura resultante del deterioro de la corteza prefrontal. La flexibilidad cognitiva se evaluó mediante una prueba estándar de clasificación psicológica de tarjetas que incluía categorizar tarjetas con palabras e imágenes de acuerdo con las reglas. La apertura se midió utilizando una encuesta de personalidad ampliamente utilizada conocida como el Inventario de Personalidad NEO. Los datos sugieren que el daño a la vmPFC indirectamente promueve el fundamentalismo religioso mediante la supresión de la flexibilidad cognitiva y la apertura.

Estos hallazgos son importantes porque sugieren que el deterioro del funcionamiento en la corteza prefrontal -ya sea por traumas cerebrales, trastornos psicológicos, adicción a las drogas o al alcohol, o simplemente un perfil genético particular- puede hacer que un individuo sea susceptible al fundamentalismo religioso. Y quizás en otros casos, el adoctrinamiento religioso extremo perjudica el desarrollo o el funcionamiento adecuado de las regiones prefrontales de una manera que dificulta la flexibilidad cognitiva y la apertura.

Los autores enfatizan que la flexibilidad cognitiva y la apertura no son las únicas cosas que hacen que los cerebros sean vulnerables al fundamentalismo religioso. De hecho, sus análisis mostraron que estos factores solo representaban una quinta parte de la variación en los puntajes del fundamentalismo. Descubrir esas causas adicionales, que podrían ser desde predisposiciones genéticas hasta influencias sociales, es un proyecto de investigación futuro que los investigadores creen que ocupará investigadores durante muchas décadas, dado cuán complejo y extendido es el fundamentalismo religioso y lo seguirá siendo para algunos hora.

Al investigar los fundamentos cognitivos y neuronales del fundamentalismo religioso, podemos comprender mejor cómo se representa el fenómeno en la conectividad del cerebro, lo que podría permitirnos inocular algún día contra los sistemas de creencias rígidos o radicales a través de varios tipos de ejercicios mentales y cognitivos.