Efectivamente, tal y como sospecháis, era solo una leyenda, estuve destinado en el laboratorio de cocina desde enero 1981, y eso del bromuro nada de nada. Imagino que el estar rodeado continuamente de tios vestidos de verde era lo que nos hacia estar mas calmados de lo normal a esa edad.
ATENCIÓN - Tienes que ser miembro de Amigosdelamili.com para poder participar y escribir con los demás.
Respuestas
Yo recuerdo comentarios de todas clase sobre este asunto, pero nunca hubo consenso. Los mandos nos insistían en que NO se ponía bromuro. Yo personalmente, siempre pensé que era un cuento como otros varios.
Los primeros días sí que había un golpe bajo, pero se trataba de un efecto psicológico.
Es como cuando a un animal lo fustigas (por ejemplo, un perro) termina con tanto grito, y disciplina andando de aquí para allá desorientado y a veces con el rabo entre las piernas.
Aunque lo del bromuro si es verdad, sobre los años 50 a 60 se disolvía en el agua de la leche en polvo y en los chuscos.
Aunque ya a partir de los 70 y poco, no se aplicaba. Cuando te adaptabas a la mili, la maquinaria dejo de estar ya parada. Aunque hay que citar que no había mucho lugar para trabajar.
Una anécdota de los 60, que no pongo en duda es el comentario por ejemplo de Arguiñano.
Dijo:
El recuerdo del bromuro de Karlos Arguiñano
Joseba Arguiñano se encontraba elaborando la masa del pan, un chusco al que dio forma con las manos. Y mientras tanto,
su aita no dudó en tirar de memoria para recordar su pasado por la mili. «Tengo un recuerdo del chusco, de cuando hice la
mili en el 69. Nos daban un chusco, el pan que nos daban a los soldados, y le metían bromuro», rememoraba. Joseba
Arguiñano se quedó pensativo, sin saber a ciencia cierta a qué se refería su padre: «Bromuro…¿qué es eso?», preguntó.
Joseba Arguiñano y Karlos Arguiñano, en Cocina Abierta. ANTENA 3
Seguir
Comenta
Y Karlos Arguiñano, tan natural y extrovertido como siempre, pasó a explicárselo de una forma muy diplomática,
consciente de que estaba en pleno directo, en horario para todos los públicos. Aunque, eso sí, lo hizo sin perder un ápice de
su habitual toque de humor. «Como en la mili estábamos 2.000 tíos con 20 años, al chusco le metían bromuro para que no
se nos pusiera el aparato reproductor… potente. Y ahora, cuando me veo con los que hicimos la mili hace 55 años, les digo.
'¿Os acordáis de lo del bromuro? ¿Sí? Pues ahora estoy empezando a notarlo yo'»
fuente
Si es verdad, a mi me hizo el efecto contrario...
En mi cuartel había un cocinero civil y unos soldados destinados fijos en cocina. Estaban reforzados por un equipo formado por un brigada, un cabo1º, dos cabos y 8 soldados que se sustituían cada mes ya que cada mes el mando de la cocina lo tomaba una compañía diferente, en mi cuartel había cinco. Por tanto lo que se cocía en cocina era público y puedo asegurar que nunca hubo bromuro.
Eso era un bulo. Mi compañero de litera se mataba a pajas cada noche que parecía aquello una barca pero por suerte a los 5 minutos la tempestad se calmaba y todos a dormir. Tenía la taquilla llena de Intervius y un amigo suyo le proveía de revistas porno francesas que una vez el sargento haciendo revista de policía le encontró, se las quedó pero no le arrestó eso sí nunca supimos que fue de ellas.
A mi me obligaba el abuelo cocina a madrugar y hacer el desayuno asi que me ponia las botas a galletas y colacao, es lo mejor que me pudo pasar... y del bromuro nada de nada, las pajas iban a saco
Yo lo escuché decir muchas veces. Tambien escuché lo contrario otras muchas. Nunca saqué nada en concreto, aunque sospecho que no.
en el periodo del campamento se escuchaba mucho de que si agregaban bromuro en las comidas , lo que si puedo asegurar es que en el cuartel ,,,no,,, yo fui cocinero y eso no se utilizaba....hablo de 1978 en las Palmas de Gran Canarias
Pues yo andaba leyendo sobre el bromuro y por lo visto en los siglos XIX y XX se usaba como anticonvulsivo contra la epilepsia, lo que confirmaría sus propiedades como calmante. Ahí lo dejo...
Cierto Marcel. El bromuro de potasio, se prescribía en el siglo XIX como remedio contra la epilepsia.
Pero tenían un curioso efecto secundario: reducían la libido, lo cual reforzaba la idea errónea, común en aquella época, de que la causa de la epilepsia era la masturbación excesiva.
Este efecto secundario fundamenta la leyenda urbana que dice que al té de los prisioneros de la primera Guerra Mundial le añadían bromo para reducir sus impulsos sexuales. De ahí que la leyenda urbana, del servicio militar obligatorio en España, alimentara también esa leyenda urbana, al llegar al campamento y faltarnos la libido, buscábamos la ilógica fácil del bromuro en las bebidas.
Por cierto los compuestos bromados también se han hecho camino en la comida y en el agua que bebemos. De hecho, hasta hace poco se añadían a bebidas como la Fanta y el Gatorade.
Pero estoy seguro que en la mili era un problema psicológico y de estrés. Para nada quimico.