Año 1982, tras seis meses de duro entrenamiento y superación de varias pruebas selectivas que culminan en la determinante fase de "evasión y escape", he conseguido la Boina Verde en la Compañia de Operaciones Especiales Nº 41 (COE 41), del Regimiento del Infantería Jaén Nº 25 del Ejército de Tierra, con base en el cuartel del Bruch, sito en el famoso barrio de Pedralbes de la ciudad Condal, al lado de la Avenida Diagonal y muy cerca del "Camp Nou".
Al invierno le queda poco, y la "fase de esquí", que ha durado un mes y que se ha llevado a cabo en la Val d'Aran, ha concluido, hemos estado utilizando como base alternativa el cuartel que el Ejército tiene en el centro de Viella (su capital), hemos realizado todas las prácticas en las impresionantes montañas que nos rodean, y las de esquí y supervivencia en nieve en la estación de La Tuca. He aprendido a construir un iglú sin tener pala, y a utilizarlo como dormitorio, y les aseguro que cruzar el "Túnel de Viella" por encima (las cimas), es una experiencia inolvidable.
Pasamos más de 200 días al año de maniobras fuera de la base de Barcelona, y la siguiente fase es una semana de recorridos topográficos, utilizando la precisa cartografía del Servicio Geográfico del Ejército (UTM - Escala 1:50.000). En una representación bidimensional del terreno aprendes a ver imágenes tridimensionales, la brújula deja de ser necesaria salvo en situaciones de niebla tan cerrada que no te permita ver, como decía un amigo, "ni para escupir"; te guían el dominio de la planimetría y las señales de la vegetación.
Pero la "fase topográfica" coincide con una ola de frio siberiano (cinco de los siete días a -20 grados). Se congelaban las botas de cuero y el gasoil de los motores. El equipo no es el adecuado, algunos compañeros tienen que ser evacuados con principios de congelación en las extremidades; yo tengo suerte. Esto ocurre a las afueras de Berga, al norte de Barcelona.
Tras la durísima "fase de supervivencia" en montaña, que hicimos en la Sierra del Cadi, que es una cordillera pre-pirenaica, y tras aprender que el hambre puede desmoronar a una persona, hemos hecho una "fase de helicópteros", en la que durante una semana helicópteros del Ejército de Tierra, los Bell UH - 1H, conocidos como "Huey", famosos por la película Apocalypse Now, nos han trasladado de unos puntos a otros, con la particularidad de que al dejarnos en el punto de destino, el helicóptero nunca toma tierra, hay que saltar o rapelar con todo el equipo. Muy interesante.
La primavera también se acaba, y como si de unas vacaciones se tratase, iniciamos una "fase de explosivos y combate en población", que básicamente consiste en aprender a manejar los dispositivos explosivos militares y los que se pueden improvisar, así como las técnicas de combate en núcleos urbanos; manejamos armas cortas y largas, y aprendemos a volar la presa de un pantano (uno cerca de Cardona) utilizando los túneles de mantenimiento que existen en el interior de la presa y la física clásica; a descarrilar un tren con poca cantidad de trinitrotolueno, y a realizar voladuras controladas, desde las más pequeñas como puede ser una puerta, a otras más grandes como un muro de hormigón.
Los dos últimos días de esa fase, el Sargento Javier F. M. aplica todos los conocimientos mostrados, en forma de cargas explosivas, a diferentes puntos de una aldea, cerca de la que tenemos el campamento. La aldea está abandonada desde hace décadas, y nos la han cedido para realizar estas prácticas sin riesgo para persona alguna.
El sargento conecta todas las cargas mediante detonadores y mechas pirotécnicas a un "aro de fuego" de pentrita, que activa con un sistema eléctrico manual de bajo voltaje (explosor). Nos da la orden de "a cubierto" y la aldea salta por los aires.
Espectacular; ya no tengo miedo a los explosivos, sé que son un delicado pero buen amigo; nunca olvidaré el olor y el color del ácido pícrico.
Se acerca la temida "fase de agua" que hacemos en la Costa Brava, concretamente en un pequeño campamento que el Ejército tiene en la bonita población de L'Escala (Bahía de Roses), sabemos que habrá que nadar, bucear y bogar muchos kilómetros. Y, ciertamente, para los mandos, que llevan traje de neopreno, no es un problema que un recorrido acuático se tenga que hacer de noche con marejada (olas de 0,5 a 1,25 metros); las olas de marejada te marean, pero aprendes a nadar y vomitar a la vez.
Todo el tiempo se trabaja en binomios o en comandos, pensando en la posibilidad de que un día tengas que luchar tras las líneas enemigas (inflitrado); es básico el compañerismo y tener claro que al compañero jamás se le abandona, y en el marco de esa filosofía la Cruz Roja de Barcelona nos ha impartido un curso completo, de tal manera que todos somos socorristas.
El lema de nuestra Compañía es "Nunca no puedo", y el Capitán de la Compañía, Francisco Varela Salas (actualmente General Jefe de La Legión) nos dice que cuando creamos haber llegado al 100% de nuestras posibilidades, en realidad solo hemos alcanzado el 50%. Hay palabras que no se lleva el viento, con el entrenamiento él nos demuestra que no miente.
En 1983 me entregan un diploma que reza: "A favor de David R., guerrillero de esta compañía, por haber superado en condiciones de máximo esfuerzo la instrucción de combate, tiro, esquí, escalada, combate nocturno, supervivencia, y actividades acuáticas".
Aprendí muchas cosas, todas importantes, y ahora, 35 años después, recuerdo que todo ocurrió en Cataluña, y que cuando estábamos de maniobras por la geografía catalana (casi todo el tiempo) y teníamos un par de horas libres, nos acercábamos al pueblo más próximo a tomar una cerveza, vestidos de uniforme, y nunca tuvimos problema alguno con nadie.
En nuestra base de Barcelona, en el cuartel del Bruch (alías "Disneylandia", por el preciosos almenado de su fachada), cuando había un rato de "paseo", salíamos vestido de uniforme, y paseábamos con orgullo nuestra Boina Verde. El día de las Fuerzas Armadas, el cuartel abría las puertas a todos los barceloneses, y a nosotros nos tocaba llevar a cabo exhibiciones de escalada, rappel y tirolinas en edificios. El cuartel se llenaba de ciudadanos con los que compartíamos una agradable mañana.
Ahora, en mi querida Cataluña, el Ejército, la Guardia Civil, la Policía Nacional y todo lo que tenga relación con España, es mal visto e insultado por casi la mitad de los ciudadanos; y los que han montado una policía política tienen entre sus planes organizar un supuesto ejército catalán.
No creo que hoy pudiese pasearme de uniforme por Barcelona, orgulloso de mi Boina Verde, sin que rápidamente surgiesen varios problemas significativos.
Respuestas
Nada hay que perdonar. Bienvenido a nuestra red.
Buen relato hasta que se mete en política. En aquellos años era obligatorio vestir de militar para todos los que hacíamos la mili cuando salíamos de paseo fueran de las COEs fueran de Intendencia. Sea por cuestiones de seguridad u otras no se sabe, el porqué no lo dijeron en su día, la obligación cambió al contrario y ya no está permido a un soldado vestir como tal cuando sale del cuartel fuera de servicio pero esto es en toda España no sólo en Barcelona.
Muy bueno, para sentirse más que orgulloso de la narración y de la Boina Verde.