Hasta que a finales de los años 50 del siglo pasado no se consolidó la entrada de España en Naciones Unidas y la Guerra Fría hizo que, para al menos uno de los bloques, el país en el que gobernaba el dictador Francisco Franco dejara de ser un enemigo para convertirse en un destino turístico, no se disiparon del todo los temores del régimen fascista español de ser objeto de una invasión por parte de las tropas aliadas. Un temor que hizo que, durante el primer franquismo, más allá de que se siguieran desarrollando las líneas de defensa militares en el Pirineo, las ciudades también se preparasen para hacer frente a un posible ataque militar protagonizado por las mismas potencias que vencieron a la Alemana nazi y a la Italia de Mussolini.
El Ayuntamiento ha llevado a cabo una investigación que da fe de esa defensa pasiva franquista que hizo que Barcelona construyera y tuviera activos, hasta varias décadas después de haber acabado la Guerra Civil, refugios antiaéreos. Todavía se están documentando, las pesquisas continúan, pero los servicios municipales ya han contado más de 300.
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