Cagayancillo es una población de la provincia de Palawan Se conoce de una fortificación  por los padres agustinos Hipólito Casiano y Alfonso Calosa, iniciándose los trabajos de construcción en 1580 bajo la inspección de Nicolas de Melosi bien se fue ampliado quedando finalizado por Fray Hipólito Casiano en 1714  ocupaba un área de 162 metros cuadrados, perímetro de 172 metros, su muralla de 3 metros de espesor y 12 metros de altura y con disposición para 10 cañonesy en su interior una iglésia. La piedra empleada coral y cal. En la actualidadse encuentra en ruinas.

La Capitanía General de Filipinas facilitó algún armamento como fue un cañón de hierro de 14 centímetros y buen repuesto de municiones; más adelante dos cañones de bronce de á 8 centímetros, dos de á 5 centímetros, y lantacas en gran número, adquiriendo el Municipio por su cuenta dos cañones de bronce de á 5, y más lantacas.

Los isleños no pudieron conseguir destacamento alguno, á pesar del mayor peligro que corría, por hallarse más cerca que otro alguno del foco mismo de la piratería. El pueblo cagayano se veía obligado para defenderse de hacer ellos mismos de artilleros; por su heroísmo quedó exento de prestar servicios personales y también del servicio de quintas.

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  • Situada al noreste de la isla de Luzón, en Filipinas, Cagayán era, a finales del siglo XVI, la principal área de actuación de los llamados wakos, un grupo de exiliados japoneses, entre ellos delincuentes de poca monta y también varios samuráis venidos a menos, quienes, junto con piratas chinos y coreanos, asaltaban y robaban cualquier barco que osase navegar por aquella recóndita región del Lejano Oriente. Las islas meridionales del mar de la China, Hainan, la actual Taiwán y la isla japonesa de Okinawa eran víctimas habituales de la violencia extrema de estas hordas de piratas que vivían en sampanes (un tipo de barco tradicional chino) y se creían invencibles. Pero el destino quiso que por aquellas remotas aguas navegara una flota comandada por el veterano capitán español Juan Pablo de Carrión, el cual no podía imaginar que estaba a punto de librar allí una crucial batalla a vida o muerte.

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