Su utilidad

Todavía se notaban otras deficiencias en la defensa de la Habana, que el sitio de los ingleses puso de relieve, y entre ellas la insuficiencia del Torreón de la Chorrera para evitar el desembarco por este sitio, único en el cual se proveyeron aquellos de agua potable, y además, según Pezuela, la urgencia de “cubrir los aproches de la plaza por la parte más expuesta, y proteger a las tropas que hubieren de oponerse a un desembarco más fácil y probable por aquél que por ningún otro puesto de la costa inmediata a la Habana.” Para solucionar ambos peligros, evitándolos, se encargó al ingeniero Cramer la fortificación de la loma de Aróstegui, que perteneció a Don Agustín Aróstegui Loynaz. Utilizó aquél los diseños que había hecho el ingeniero Silvestre Abarca, empezándose las obras en 1767, no terminándose por completo hasta después de 1779 y por el brigadier Luis Huet que modificó los planos de Abarca.

Tiene este Castillo del Príncipe la forma de un pentángono irregular con dos baluartes, dos semibaluartes y un rediente, grandes fosos, galería aspillerada, camino abierto, revellines y galería de minas, almacenes, oficinas, aljibe y vastos alojamientos para su guarnición que solía ser de 900 hombres. Su artillería era de 60 piezas de todos calibres.

http://www.bpvillena.ohc.cu/2018/02/el-castillo-de-atares-y-el-castillo-del-principe/

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